Los robots humanoides pueden desplegarse en zonas de alta seguridad (edificios públicos, fábricas, centros comerciales) para una vigilancia continua. Su mera presencia disuade a intrusos o comportamientos inadecuados, sobre todo porque su aspecto humanoide les permite interactuar mejor con visitantes y empleados.

Equipados con cámaras, sensores térmicos, sensores de movimiento y sistemas de reconocimiento facial, estos robots pueden detectar anomalías (como una intrusión o una presencia no autorizada) con mayor precisión. También pueden detectar mejor los comportamientos sospechosos.

Algunos robots humanoides pueden estar equipados para reaccionar inmediatamente ante amenazas, activando alarmas, bloqueando zonas o informando a guardias de seguridad humanos. Esta capacidad de reacción ayuda a limitar los daños potenciales y a proteger rápidamente el entorno.

Los robots humanoides pueden programarse para establecer contacto directo con los equipos humanos de seguridad, proporcionando información precisa sobre incidentes en tiempo real y mejorando la coordinación de las intervenciones.

En situaciones como incendios, intrusiones o accidentes, los robots pueden guiar a las personas hasta las salidas, detectar zonas de riesgo y alertar a las autoridades. Algunos robots humanoides también pueden configurarse para prestar primeros auxilios o asegurar a las víctimas mientras esperan ayuda.

A largo plazo, la robótica puede reducir la necesidad de personal humano para determinadas tareas repetitivas o de riesgo, lo que permitirá a las empresas de seguridad asignar mejor sus recursos y recortar los costes operativos.

Los robots humanoides pueden recopilar datos continuamente, proporcionando información sobre las tendencias y vulnerabilidades de la seguridad. Esta información puede utilizarse para optimizar las estrategias de seguridad e identificar zonas sensibles.